FONDO DE INFORMACIÓN SOBRE LA COMPARSA DE GIGANTES Y CABEZUDOS DE PAMPLONA
EDITADO POR EL GRAN HOTEL LA PERLA

MÚSICOS

RECONOCIMIENTO A LOS MÚSICOS

Texto: Comparsa de Gigantes y Cabezudos
("Los Gigantes de Pamplona", 1984)


Hace dos o tres años en un programa de una emisora local, de esos que si aciertas la pregunta te regalan dos entradas para el cine o dos yogures, preguntaron cuántos músicos acompañaban a la Comparsa.

Como no queremos ponerte en un apuro, amable irunsheme amigo de los Gigantes, contestaremos nosotros por tí.

Actualmente la Comparsa camina y baila sobre una especie de colchón musical producido por 7 parejas de gaiteros con sus correspondientes tamborileros, y un grupo de txuntxuneros conocidos hoy día como txistularis.

Los txuntxuneros van detrás de la última Gigante, y cada banda de gaiteros detrás de su respectivo Gigante.

¿Desde cuándo es así esto?. Ha habido otras maneras de poner marcha a los Gigantes. Claro que sí, El acompañamiento musical ha ido evolucionando al paso del tiempo y las circunstancias, a medida que en Pamplona y su comarca se ha producido un considerable cambio de costumbres y un gran crecimiento del ruido urbano. Y para aclararte estos extremos vas a permitirnos un salto en el tiempo. Después de pronunciado el conjunto ritual nos encontramos sumergidos en el Archivo Municipal en donde vemos cómo estaba la cosa en 1860, cuando los actuales Gigantes iniciaron su primera singladura.

Aquél año de 1860 el Ayuntamiento de la Ciudad pagó:

"A Zenón Iribarren y su compañero, Gayteros, que con dos tamborcillos acudieron a tocar en las func. y acompañamientos de la Ciudad en las Funciones de este mes... 360 rv" .

"Se distribuyen a los juglares y dulzainas de este mes a saber:
9 juglares a 12 rs. cada uno por los dos actos de víspera y día de San Fermín... 107 Rs.V.
3 dulzainas a 16 rs. cada uno... 48 Rs.V."

El desglose de estos músicos contratados es como sigue:

Rolde de los Juglares y Dulzainas que se inscriben para acompañar al Ayto. en los días 6 y 7 del corriente mes de julio de 1860:

Bernardino Echeverría, de Erice (juglar)... 12 rs.v.
Juan Miguel Irañeta, de Satrústegui (juglar)... 12 rs.v.
Javier Echeverría, de Esquíroz (juglar)... 12 rs.v.
Miguel Antonio Irañeta, de Huarte Araquil (juglar)... 12 rs.v.
Bautista Echeverría, de Erice (juglar)... 12 rs.v.
Juan Miguel Petriati, de Erroz (juglar)... 12 rs.v.
Martín Petriati, de Pamplona (juglar)... 12 rs.v.
Salvador Zarranz, de Sarasa (juglar)... 12 rs.v.
José Antonio Hualde, de Zuarbe (juglar)... 12 rs.v.
Gregorio Echarri, de Legarda (gaitero)... 16 rs.v.
Facundo Iturmendi, de Pamplona (gaitero)... 16 rs.v.
Manuel Goñi, de Pamplona (gaitero)... 16 rs.v.

Esta lista corresponde en líneas generales a las de años anteriores y posteriores en cuanto al número de músicos y su procedencia. Los Juglares, hoy txistularis, solían venir de diversos puntos de la Barranca y la Cuenca. Los Gaiteros proceden durante estos años de la parte de Valdizarbe y de la Ciudad. Entre los txuntxuneros destaca la presencia de Javier Echeverría, que por lo menos desde 1848 viene apareciendo en relaciones de músicos sanfermineros.

El caso de los Gaiteros parece algo distinto. Los hay contratados únicamente para dos días, en cambio los encabezados de Cenón Iribarren actúan todas las fiestas y aparecen provistos de una cierta oficialidad según se desprende de este y de posteriores documentos.

Cuando en 1860 se produce la primera salida de los Gigantes -sería prematuro aún hablar de Comparsa- la infraestructura musical que necesitaban ya venía de antes y de alguna manera estaba fijada. La aparición de la Comparsa no produce alteración aparente en la contratación de músicos.

Al paso del tiempo la proporción entre gaiteros y txistularis varía lentamente. Algunos años, seguramente por problemas económicos, el Ayuntamiento les llama en menor número, pero esto es excepcional y se retorna a la normalidad en cuanto el presupuesto municipal lo permite. La alteración en la proporción entre gaiteros y txuntxuneros contratados comienza a ponerse de manifiesto.

El año 1870 actúan, durante los días 6 y 7, seis juglares y seis gaiteros, entre estos últimos uno de Lodosa, de nombre Juan Cruz Pernaute. El estellés Ciriaco Ciaurriz inicia la relación de Gaiteros de Estella que posteriormente van a ser fundamentales en el desarrollo de la Comparsa. Al propio tiempo constatamos la pérdida de importancia numérica de los txuntxuneros, pérdida inevitablemente relacionable con el gran retroceso del área euskaldún durante el mismo periodo.

En 1877 acude a San Fermín, acompañado de su cuñado Vidaurre, el gran gaitero estellés Julián Romano Hugarte, y viene contratado para todas las fiestas.

En 1877 hay novedades en los músicos contratados. Los gaiteros son once, y aparecen encabezando la relación de turno. Los juglares se llaman ahora oficialmente txuntxuneros, su número queda reducido a tres, entre ellos el inevitable Javier Echeverría; y todos los contratados, gaiteros y txuntxuneros, lo son por tres días: 6, 7 y 10.

La fiesta se va alargando, el número de músicos contratados sigue siendo el mismo, alrededor de 12; aumenta la importancia numérica de la gaita frente al txistu, y se va imponiendo la presencia de gaiteros de Estella, encabezados en tiempo y calidad por J. Romano.

En 1901 la música de txistu y gaita, y por consecuencia la que hubo de acompañar a los Gigantes está compuesta por una banda "oficial" de Pamplona cuyo "principal" es Nicolás Virto, una banda contratada para todas las fiestas y por tanto algo oficial que es la de Demetrio Romano, hijo y sucesor de Julián, y además los contratados para los días 6, 7, 8, 9, 10 y 11. De los contratados, algunos lo son por todos los días, otros tocan únicamente el 7 y 8, y hay quienes no tocan más que el día 7. Los gaiteros son de Pamplona, Puente, Aoiz y Urroz. Los txuntxuneros son Artocha, de Betelu, Juan Miguel Irañeta, de Anoz, y Javier Echeverria, que en esta época aparece domiciliado en Tafalla.

Hacia 1909 desaparece de la Comparsa uno de los personajes que más y mejor ha servido a SS.MM. los Gigantes: Javier Echeverría, gitano, músico, trashumante, euskaldún de apellido y seguramente de lengua, poseedor de un récord de tiempo y fidelidad digno de recuerdo.

En 1923 el txuntxunero Echeverría se reencarna musicalmente en un jovenzuelo, también txuntxunero, que se llama Luis Valls.

En esta misma década, dentro del puesto obligado, distinguido y bien remunerado que los Txistularis de Tolosa tenían en los Sanfermines, la señorial figura de D. Miguel Martínez de Lecea sucede al tamborilero tolosarra Leandro Zabala.

Durante este periodo y hasta los años 40 van desapareciendo los gaiteros de los pueblos para quedar la gaita de la Comparsa sustentada por los de Pamplona y Estella, entre sí un poco a la greña por aquellos de la manteca según se desprende de reiteradas instancias en que Salanuevas y Lumbreras, Morenos y otros de Pamplona, se quejan respetuosa e insistentemente de que se dé trabajo a gente de fuera estando la vida como está de cara, y encima, siendo ellos contribuyentes de la ciudad.

A partir de la desaparición de los gaiteros Lumbreras y Salanuevas que es en el entorno del 40, los de Estella se enseñorean de la Comparsa haciendo no sólo sombra, sino eclipse total a lo que en aquellos tiempos queda de gaita en Pamplona, que es cada vez de menor entidad. De paso, amargando la vida, "amolándolo", al pobre Mondejar, según confesión de su viuda Apolonia.

El año 1951, amén de los txistularis municipales que se han organizado al principio de la década, actúan tres parejas de gaiteros de Estella, una de Puente, los oficiales del Ayuntamiento de Pamplona encabezados por Jesús Mondejar, y únicamente para acompañar a los Gigantes, otra de Pamplona.

El año 60 la música de la Comparsa está servida por los txistularis y tres bandas de gaiteros de Estella.

A partir del año 1966 el desarrollo de la gaita posibilita que en la Comparsa vuelvan a tocar cuatro parejas de gaiteros, que en el año 74 se amplían a cinco. Ante la importancia creciente del espectáculo gigantil y el aumento del ruido urbano el año 81 contrata el Ayuntamiento siete bandas de gaiteros, que con los txistularis cubren todos los huecos de la Comparsa.

Llegados a este punto es obligatorio un recuerdo a los últimos representantes de la vieja escuela de txuntxuneros, de músicos populares en todo el sentido de la palabra, a los legítimos descendientes y sucesores del gitano Echeverría. Luis Valls (1903-1980) y Pedro Zapatero han mantenido, el primero hasta 1976 y el segundo hasta 1983, la continuidad del txuntxun como instrumento estrictamente popular. Han sido los mantenedores por afición de un instrumento del cual han supuesto la última posible del estilo de los viejos juglares. Su presencia en la Ciudad y en la Comparsa han cubierto más de medio siglo. A pesar de los avatares políticos y sociales que en su momento les condujeron a la marginación y a la ausencia de la Comparsa, han animado hasta hace bien poco el cotarro alrededor de la reina negra.

Y sin duda han sido los personajes cuya presencia en el tiempo ha sido mayor en la Comparsa.


Una vez, amigo pamplonés comparsazale, que te hemos contado brevemente lo que de los músicos de la Comparsa sabemos, estás en situación de preguntar: esas decenas de txuntxuneros y gaiteros que han servido con su música en la Corte ambulante de nuestros ocho reales monarcas sanfermineros; ¿qué tocaban?, ¿con qué invitaban a sus majestades a la regia danza?.

El final de la contestación lo tienes a mano. Sitúate en cualquier calle histórica de la Cabeza del Reino y escucha pasar la Comparsa.
- Caramba, ¡qué ruidera!
- Claro, ¡son los Monarcas en ejercicio!
- Y cada uno va a su aire...
- ¡Toma!, como que cada uno es muy consciente de su singularidad y realeza.
- Oye, los últimos van los txuntxuneros, ¿por qué?.
- Siempre ha sido así. Tal vez se sientan venidos de lejanos países y por eso mismo se apeguen más fuertemente a la flauta tradicional del pueblo euskaldún...
- ¡Mira!. Ahora se paran. A lo mejor el Gran Canciller, D. Francés de Mañeru, les ha dado aviso de que los tres estamentos del Reyno les esperan reunidos en Cortes...
- ¡Qué va!, eso era antes. Si se han parado es para descansar breves segundos antes de mostrar a sus complacidos súbditos su gracia para el baile.
- Seguro, porque ahora comienzan a bailar una pavana.
- Calla, ¡melón!, que no es una pavana, que es un vals.
- Es que yo, si me dices de marcha y rollo, vale, pero de esa música, ni pío, así que explícamelo.
- Pues toma asiento y escucha.