FONDO DE INFORMACIÓN SOBRE LA COMPARSA DE GIGANTES Y CABEZUDOS DE PAMPLONA
EDITADO POR EL GRAN HOTEL LA PERLA

MÚSICA Y BAILE

MÚSICA PARA UNAS DANZAS

Texto: Comparsa de Gigantes y Cabezudos de Pamplona
(Escrito en 1984)


Los gigantes bailan hoy dos clases de música, que son: pasacalles y valses.

Los pasacalles, o marchas, o kalejiras, o correcalles, o karrikadanzas, o biribilketas, que de todas formas se les ha llamado, son de unos 48 compases y vienen a durar algo más de un minuto. La mayoría de ellos son antiguos, de más de 100 años. También los hay modernos, pero como están hechos sobre el modelo de los viejos, estilísticamente son antiguos.

Los valses son algo más modernos. También duran algo más de un minuto y han sustituido a las jotas, que es lo que parece que se bailaba antes. Esto lo suponemos en función de ciertos datos que poseemos.

Posiblemente la primera salida de los Gigantes, allá por el año 1860, consistió en un desfile en el cual bailaron únicamente marchas y alguna jota durante las vísperas y la procesión. Posiblemente habrían salido algún día más.

Nos puedes preguntar el porqué del cambio de vals a jota.

Incluso hoy día, el Víspera y el día del Santo, de oficio, los Gigantes no hacen sino desfilar, y únicamente bailan cuando viene a cuento para el Santo o el Ayuntamiento. En el lenguaje de los componentes de la Comparsa siempre ha estado la palabra jota, y así se ha oído a todos los veteranos, incluido el eminente comparsólogo Sr. Sorozabal, anterior jefe de la Comparsa.

El 8 de junio de 1897, en carta que el Ayuntamiento dirige a D. Demetrio Romano Vidaurre, se expone:

"...Un ruego con respecto al servicio que han de prestar en las próximas fiestas. Opinan algunas personas y a mi juicio opinan muy bien, que la dulzaina no es instrumento a propósito para ejecutarse en tangos y habaneras, ni aún siquiera valses y polkas, sino que es un instrumento en el que solo se deben tocar aires populares del pais vasco (sic). Por eso, abundando en esa opinión le ruego a V. que las piezas que se toquen en los toros, calles y plazas se limiten a jotas, zortzicos, alboradas, etc.".

Esta sugerencia municipal puede indicar que ya se estaba introduciendo el vals y suponemos que los Romano, que venían de Estella fuertemente pagados a impartir su magisterio en la cátedra sanferminera, no se privarían de tocar valses en los Gigantes.

En 1908 el gaitero de Viana venía acompañado del de Laguardia y habían sucedido a los de Estella. En ese año explican su lección con una "Nueva Colección de valses para el 1908. Compuestos expresamente para tocar en Pamplona en el baile de los Gigantones. Fiestas de San Fermín", según nota que aparece en una partitura autógrafa que obra en nuestro poder.

En la misma época, Jesús Lumbreras componía valses para los Gigantes, de los cuales un modelo es este autógrafo del dicho Lumbreras. Un sobrino suyo, Amadeo Lumbreras, hombre de buen oído y memoria feliz, nos lo cantó y nos dijo que era original y para los Gigantes. Dijo que se acordaba de haberlo oído tocar a su tío del que era tamborilero, y aún añadió unas consideraciones estéticas a cerca del efecto que producía a la música, con la Gigante europea bailando, que parecía que movía la cara.

Otros gaiteros seguirían tocando jotas, ya que según nos dijo el difunto Eugenio Pérez refiriéndose a otros gaiteros "los que no sabían tocar valses, tocaban jotas".

El último Gigante, a consecuencia de la herencia de Echeverría o de los antiguos txuntxuneros, baila de manera diferente por la influencia musical del txistu.

Para el resto, la música de gaita ha sido fundamental y, dentro de esta música, da la impresión de que, con respeto a los gaiteros a lo largo del tiempo, el vals hubiese sido un valor frente a la jota. No obstante, La Pamplonesa, ajena a la evolución musical de la gaita, ha conservado la tradición de la jota, y cuando la Comparsa se mueve al compás de la Banda Municipal, ésta toca jotas.

Así llegamos al día de hoy en el que además de los obligados pasacalles, se tocan generalmente valses. Los gaiteros casi no tocan jotas, y La Pamplonesa mantiene la tradición musical con la que debió comenzar esta historia.

Así que, amable pamplonés comparsadicto -que no es una mala adición-, ya sabes algo sobre los músicos que ha habido en la Comparsa y sobre la música que han tocado.


Genio

Si no te importa y nos aguantas un rato más, sabrás cómo bailan los Gigantes, que al fin y al cabo es lo más importante. Para ello nos vas a permitir que te presentemos un personaje de la Comparsa que hasta ahora era totalmente desconocido.

Como ya te habrás enterado, hemos aireado el Archivo Municipal para encontrar nombres de los que han llevado los Gigantes, facturas de construcción y reparación, música, etc., y cuando menos lo pensábamos, cosa que no sabía ni el propio archivero, salió el Genio de la Comparsa.

- ¿Pero la Comparsa tiene un Genio?
- Pues parece que sí. Si has leído el principio de este trabajo, sabrás que Tadeo Amorena descendía de agotes, y que estos eran gentes que entendían mucho de espíritus. Por lo que dice el propio Tadeo, al hacer los Gigantes los proveyó de un Genio Tutelar para que cuidase de ellos. De todas maneras no lo hemos visto nunca, aunque sí lo hemos sentido. Si te parece vamos a llamarle a ver si aparece; pero, si aparece, nosotros nos marcharemos inmediatamente porque no queremos saber nada con espíritus..., vamos a conjurarlo:

Oh Genio de la Comparsa,
en nombre de tu padre Tadeo,
y de Javier Echeverría,
y de Valls y Zapatero,
¡rogámoste te manifiestes entre nosotros!

- Ufffff... ohhhhh... afofón... qué sueño!. ¿Quien me llama?, ¿porqué me despiertan antes de San Fermín?... con lo a gusto que estaba descansando...
- Verá Vd. Sr. Genio. Le han llamado los de la Comparsa, pero, en cuanto han visto que aparecía Vd., han puesto pies en polvorosa. Le han llamado para que me explique cómo bailan los Gigantes.
- No sé, no sé si la petición es razonable. Hasta la Sampedrada no suelo despertarme, y entonces tengo que empezar a vestir y cuidar a SS.MM. con el tiempo justo, de manera que todo esté preparado para que asistan a Vísperas. Todo esto te lo podían haber explicado ellos, que son los que los bailan. ¡A veces me ponen de mal humor!. Claro que... estos muchachos son más capaces de bailar bien que de explicar bien cómo lo hacen, así que tendré que contártelo yo.

Para entender como bailan ahora deberás imaginarte su nacimiento. Los Gigantes nacen de una oficialidad, de un acompañamiento obligado a lo civil y eclesiástico con una deslumbrante pomposidad. Los irunshemes de antaño debieron quedar atónitos ante tan magno y rico cortejo por unas calles en donde los olores tal vez contrastasen con la riqueza de los desfiles y las pobres ropas de nuestros antepasados chocarían con los damascos y telas preciosas de los reyes.
En aquella andadura festivo oficial danzaban los Gigantes al son que les tocaban para honrar a la  Corporación en sus entradas y salidas en las obligaciones de rigor como son recibimiento y despedida al Santo y autoridades eclesiásticas, acompañamientos en la Procesión y Octava de San Fermín, etc.

Estos bailes, nacidos para corte de honor de algo oficial, van ganando caracter con el paso de los años para convertirse en algo tan popular que sus intérpretes, los Gigantes, son una de las señas de identidad de la Ciudad.
- Oiga, ¿qué es una señal de identidad?
- Es algo en lo cual te fijas porque se ve, que sabes que es tuyo y que te recuerda tu ciudad con cariño.
- Pues nosotros les queremos mucho porque a pesar de ser tan grandes son muy familiares.
- Además son muy sensibles al afecto del pueblo, y por eso ha pasado una cosa curiosa. Cuando nuestros monarcas bailan, por ejemplo, en el atrio de la Catedral o en el Ayuntamiento, como han venido de tan dispares lugares, cada pareja baila a su aire y a veces tienen dificultades para fundirse en un conjunto armónico, aunque de todas maneras aúnan muy bien su variedad.
En cambio, en los bailes que no son a la oficialidad se da una fusión entre pueblo y Gigantes, y estos, en agradecimiento, se vuelcan hacia la gente y lo hacen mucho mejor.

Es una integración perfecta. Los Gigantes, conmovidos por el afecto de los pamploneses, lo hacen lo mejor que pueden, y estos, agradecidos, aplauden al final. Por cierto, que estos aplausos son de un gran efecto entre estos muchachos de la Comparsa, que son gente de buen corazón.
Fíjate, me acuerdo que una vez estuvimos en Tudela, que es una ciudad que tenía unos Gigantes propios y los cambiaron por otros de serie bastante feos, y al pasar por un barrio viejo, junto a la Catedral, los tudelanos se volcaron aplaudiendo. Para todos nosotros fue el éxtasis. Yo estaba un poco distraído, aldragueando con los otros Gigantes, pero cuando se empezó a aplaudir a rabiar, me fijé en mi Comparsa y estaban los bailadores en éxtasis. La gente acompañaba los valses con palmas, y yo me sentí muy orgulloso de mi Comparsa.
El caso pareció aislado, pero a raíz de aquello los aplausos nos han acompañado siempre, y... ¿sabes lo que ha pasado?
- Si no me lo cuentas, no.
- Cuanto más aplaude la gente, los Gigantes están más contento y bailan mejor.
- O sea, que a Vd. le parece que la gente es muy importante para los Gigantes!
- Hombre, ¡claro!. Es un círculo vicioso. Los Gigantes están bien hecho, cosa que es virtud de nuestro padre Amorena; los que los llevan ya los conoces, bailan de primera, la gente los aprecia, y al sentirse apreciados, aún se esmeran más, y todo esto que te cuento es absolutamente necesario para entender porqué bailan bien.

- Pero los que los llevan se cansarán mucho, ¿no?
- Sí, pero lo hacen agusto. De todas maneras tiene sus trucos para no cansarse más de lo necesario. Para conseguir que el gigante mueva el cuerpo al compás de la música es preciso que el correaje y el cabezal estén regulados a comodidad del portador, ya que de lo contrario la evolución del Gigante es forzada y pierde soltura y gracia al bailar. Antes más, algunos bailadores solían cazar la falda del Gigante con la mano para que no se revolase la ropa, pero eso parece que es un defecto.

Una vez cogido el Gigante se comienza generalmente una marcha que se hace andando hacia delante, con ligeros desplazamientos a los lados. Este movimiento sesgado quita hieratismo a la marcha y le concede una especie de vaivén que evita la rigidez que se observa en otras comparsas. La marcha se acompaña con un sin fin de vueltas, acompasadas, lo que le da al espectáculo un esplendor y admiración importante.

Si te fijas en las marchas, verás que los desplazamientos y las vueltas agilizan el ritmo de la Comparsa porque, al complicarlo, evitan que éste caiga en monotonía. En contra de lo que pudiera parecer esta ruptura del orden no produce desorden. Esto ocurre así porque la Comparsa ocupa un espacio muy largo y eso mismo la orienta a los ojos del que ve el espectáculo.

En cuanto al ritmo, estos pasacalles no son bailados por los Gigantes con uniformidad, ya que cada uno tiene sus propios músicos en su séquito.

El conjunto es de una belleza plástica inigualada. Imagínate que llevasen todos el mismo paso y fuesen en fila. Parecería una procesión que carecería de espontaneidad y se convertiría en un desfile que no daría ganas de seguirlo, porque los desfiles son para mirar. Aquí ocurre que, en medio de un ordenado desorden, hay una especie de invitación a meterse dentro del conjunto, que es lo que pasa, que la gente se mete dentro, entre Gigantes y músicos y todo lo que hay. Si los Gigantes fuesen desfilando en lugar de bailando, esta misma gente se retiraría y observaría, definiría un escenario en el cual ellos serían espectadores, que es lo que afortunadamente no ocurre en Iruña.

Hoy es habitual esta forma de bailar los pasacalles, pero en tiempos no lo era tanto, porque según he escuchado yo, que no pierdo detalle de lo que pasa y de cómo bailan y de qué hablan, cuando bailaba Ilundain, que ha sido uno de los buenos bailadores, allá por los años 50, algunos le criticaban porque hacía esos desplazamientos laterales.

- Y cuando están parados en el sitio, y bailan, ¿cómo se llama ese baile?
- Entonces bailan un vals, pero eso ya es otra cosa. Suelen bailar valses en honor de alguien, se plantan cara al homenajeado y la gente se retira haciendo sitio para que bailen los Gigantes. Aquí ya no baila el pueblo. Aquí solo bailan los Gigantes, y el pueblo pasa a ser espectador de una danza tradicional.

La técnica utilizada para bailarlos, dentro de lo que es un vals, es variada. No hay nadie igual a nadie. Todo esto resulta bastante frío al describirlo, pero los bailadores lo hacen con gusto y amor, dando vida al Gigante. Luego, entre ellos, tienen sus diferencias de estilo como en el caso de los pasacalles. Recuerdo que otro de los buenos bailadores de la Comparsa, José Mª Huarte, conseguía dar al Gigante un particular aire de viveza por medio de movimientos de cintura. Incluso hoy en día, si comparas la primera pareja de Gigantes, verás que el baile del monarca es reposado y majestuoso, en tanto que el de la Soberana es más ágil e insinuante, como si coquetease con el Rey para...

- Es que esa Giganta es algo fatua... con eso de que desciende directamente de la reina Catalina...
- ¿Qué dices, pequeño pamplonés?, ¿cómo osas interrumpirme?
- ¡Eh!, ¡oiga!, que no he sido yo, ¡que ha sido la Turca!
- Claro, es que como la pobre está un poco gorda se ha puesto a régimen y está de un humor que no se aguanta ni a sí misma... Bien, sigamos.

Cuando bailan jotas, el compás de transición que hay entre la parte rápida y la lenta, lo bailan en el sitio, marcando el compás. En realidad, algunos siguen la música, pero otros bailan únicamente midiendo el sitio, lo cual es más defectuoso.

Otra cosa que se nota en esta Comparsa es que cuando tiene sitio lo ocupa totalmente. Por las calles estrechas va bastante apretujada, pero en cuanto sale a un espacio más amplio, se despliega toda la Corte y esto es consecuencia de que está lógicamente poseida de su propia magnificiencia, al contrario de otras comparsas de otros Reinos que no dan una a derechas porque no tienen un Genio tan eficiente como yo.

- Y ¿porqué no tienen Genio?
- Anda, porque no han sido hechas con el cariño y la inteligencia con que Tadeo hizo ésta.
Como son de serie, les ponen cuatro cosas y hala, a andar. Y además la gente de Pamplona les da cada vez más vida a los Gigantes, tanto bailándolos como viéndolos bailar.
Luego hay varias cosas que son fundamentales para entender el baile. Antes te he dicho que todo esto, esquematizado, resulta frío porque le falta todo el contexto. Para entender este espectáculo barroco, colorista, popular y desenfadado hay que apreciarlo en su propio ámbito. El escenario natural del baile de Gigantes son las calles tradicionales del viejo Pamplona, en las que las figuras adquieren su auténtico tamaño.
Se ve que Tadeo tenía un gran sentido de la proporción. En el Ensanche el espectáculo es menos vistoso y la música se pierde. La consecuencia de esta conjunción es el aplauso espontáneo que, según creo recordar, antes era mayormente para los gaiteros, y esto en muy poca medida.
Parece ser que el famoso Pedro Trinidad comenzó a singularizar el baile y fue seguido por una serie de discípulos suyos, muy buenos bailadores, que aún recuerdan en la Comparsa y cuyos nombres encontrarás en otra parte de este libro.

Además, la gente de la Comparsa baila fundamentalmente por afición, y eso crea un buen ambiente, que es fundamental para que bailen bien. La mayor parte de ellos son gente del pueblo que están bien avenidos, aunque hace años parece que tenían más recelos entre ellos, pero ahora se llevan bastante bien, y eso es muy cómodo para los de la Comparsa y para mí.

- Oiga, a estos de la Comparsa les vigila Vd., ¿cuándo ensayan?
- ¿Ensayar?, ¡bien!. No ensayan nada. No han ensayado nunca. Nuestros parientes de Sangüesa, por ejemplo, suelen ensayar algo antes de fiestas, pero estos artistas son un poco comodones y no ensayan absolutamente nada. Sin embargo, en este momento bailan mejor que nunca. Pienso que antes bailaban menos jotas y más largas, porque mira que Vals compuso Lumbreras... y lo bailaban. Ahora piden piezas más cortas, no porque sean falsos sino porque bailan con más intensidad, con más precisión y con más derroche de fuerza, con unos pasos de unos 90 centímetros, que es lo que hace que el gigante se mueva en proporción a su tamaño. Por eso se cansan mucho más que antes y piden piezas más cortas.

- Entonces bailan más piezas que antes y más cortas y mejor. Pero bailan siempre lo mismo, ¿no?.
- Hace algunos años han comenzado a hacer alguna cosa nueva, por supuesto que sin ensayar nada. Hará sesi años, aproximadamente, se les ocurrió bailar el Vals de la Era por parejas, y fíjate qué lugar eligieron: la Plaza del Ayuntamiento. Si les llega a salir mal podían haber sido la risión, pero les salió bien. También han inventado un baile especial para entrar en su Palacio de Autobuses, que es una cosa que ha arraigado mucho entre la gente a pesar que al principio tuvieron dificultades con el Jefe de la Comparsa. Yo pienso que deberían tomar la cosa más en serio y ensayar un poco antes de San Fermín para conjuntarse más y hacer alguna cosa nueva, pero basta que se lo diga para que no lo hagan. En fin. Me estoy durmiendo.
Antes de marcharme te voy a contar un secreto, pero que no se enteren los periódicos, porque entonces dejará de ser secreto. Les he oído decir que para conmemorar el 125 aniversario de SS.MM. van a inventar un vals nuevo y hasta es posible que lo ensayen. Bueno, mocete, me voy. Hasta San Fermín. A ver si nos vemos.

- Adios, Sr. Genio, que descanse Vd.