FIGURAS DE LA COMPARSA

ZALDIKOS O CABALLITOS

Texto: Comparsa de Gigantes y Cabezudos de Pamplona
("Los Gigantes de Pamplona", 1984, págs. 71-72)

Vamos a acercarnos a estos simpáticos personajes vestidos con esclavina de bufón, pantalón blanco y gorro arlequinado con una borla, a la que todos tememos por lo fuerte que pegan.

Casi siempre les vemos al paso, inmediatamente delante de los Gigantes o mezclados con ellos, y es que debido a su volumen no tienen la movilidad de los kilikis, estando muy dificultados para correr por el hecho de que el propio armazón de la figura deja poco espacio para mover las piernas, y cuando el portador intenta dar un paso más largo que lo normal su tibia choca, indefectiblemente, con el borde delantero inferior del caballito.

Este hecho, unido a que la vistosidad de sus crines les hace blanco perfecto de estirones traseros (cuantas veces tenemos que volver a pegar su cola a un zaldiko) nos lleva a comprender y disculpar sus golpes cuando alguien se pone a tiro.

Los actuales zaldikos son seis. Dos fueron construidos en 1912 por D. Benito Escaler, en Barcelona, y lucen en la grupa el escudo pamplonés. Otros dos son mucho más jóvenes, ya que datan de 1941, y fueron construidos en los talleres Porta Coeli, de Valencia. Del origen de los otros dos anteriores a los indicados no tenemos noticias.

En cuanto a su estructura, están hecho de cartón piedra sobre un bastidor. Este bastidor es distinto según cada figura, ya que en dos de ellos, uno de los cuales es el zaldiko blanco, está realizado de mimbre como si fuera un gran cesto; otro tiene un armazón de costillas de madera que le da el aspecto por dentro de una barca vuelta hacia abajo. Por fin, los otros tres son de listones de madera. Coincide que dos de estos tres últimos son los que fueron construidos en Valencia en 1941, por lo que es posible que para ellos se hubiera tomado como modelo el tercero ya que, según consta en el Archivo Municipal, se envió a Valencia un kiliki y un zaldiko como muestra,

La sujección del zaldiko al portador se realiza mediante un par de correas que nacen de la parte trasera de la montura y se atan a la parte delantera, donde se sujetaría la brida a una inexistente silla, cruzándose por delante del portador después de haber pasado sobre sus hombros, de forma que el peso quede repartido lo más uniformemente posible.

El punto de equilibrio es, pese a todo, difícil de conseguir; pero la clave reside en el tensado de las correas mediante sus hebillas y es diferente para cada portador.

Merece también señalar de estos personajes su humildad dentro de la comitiva. Son los últimos en los que normalmente nos fijamos, hasta tal punto que, sinceramente, ¿cuántos de nosotros hubiéramos sabido decir si en una salida concreta faltaba alguno de ellos?.

Su modestia llega hasta el punto que son las únicas figuras de la Comparsa que no tienen nombre propio: entre nosotros los conocemos por un número, del uno al seis.

Señalemos, por fin, el dato quizá más interesante: su peso. Los números dos, tres, cuatro y cinco pesan 25 kg, y tanto el uno como el seis, 30 kg.